Las enfermedades cardiovasculares agrupan varias, por ejemplo, las cerebrovasculares o el infarto de miocardio. Y no dejan de crecer silenciosamente los fallecimientos relacionados con la hipertensión, hasta el punto de que en sólo 10 años se ha doblado el número de defunciones debidas a esta causa. La hipertensión es la primera causa de infarto de miocardio en el hombre y de ictus en la mujer.
La palabra “silenciosamente” no es casual, y es que precisamente a la hipertensión se la conoce con ese nombre: el asesino (o el enemigo) silencioso. No avisa; hasta que un buen día da la cara en forma de ictus o infarto.
La hipertensión va arrebatando la salud poco a poco sin que quien la sufre apenas se dé cuenta, pues está ligada a muchas otras enfermedades: aumenta el riesgo de accidentes y mortalidad cardiovascular, afecta al cerebro, a los riñones, a las grandes arterias, al fondo del ojo… La Organización Mundial de la Salud (OMS) le atribuye nada menos que el 62% de los accidentes cerebrales.
Por ello, más vale prevenirla o eliminarla tan pronto como aparezca en nuestras vidas. Y por eso también se dice coloquialmente que tener la tensión baja es un seguro de vida.
En España se calcula que hay unos 7 millones de hipertensos, y lo peor es que la mitad de ellos ni siquiera sabe que lo son.
De ahí la importancia de medirse la tensión desde joven. A los 20 años, el porcentaje de hipertensos es muy bajo, pero después va aumentado progresivamente hasta afectar al 40% de las personas de 65 años y hasta al 90% de las de 85.
Y usted, ¿es hipertenso?
Se considera que una persona es hipertensa cuando sus cifras de tensión arterial mínima (diastólica) y máxima (sistólica) son iguales o superiores a 140/90 mmHg (milímetros de mercurio). Además estas cifras deben persistir en dos mediciones distintas separadas por un intervalo de un mes.
¿Y esto qué significa?
El corazón bombea alrededor de 100.000 veces al día, y las arterias son las encargadas de transportar la sangre oxigenada desde el corazón al resto del cuerpo.
La presión que soportan es enorme. Pero no es una corriente constante. Cuando el corazón se contrae y bombea sangre, se eleva la presión en las arterias; cuando se relaja, la presión cae. Por eso al tomar la tensión siempre se dan dos cifras: la presión sistólica (más alta, cuando el corazón bombea), y la presión diastólica (más baja, cuando el corazón se relaja entre dos impulsos).
La presión “ideal” es de 110/75 mmHg. Una “buena” es de 120/80 mmHg y una presión “normal alta” sería de 135/85 mmHg sin que llegue a 140/90 mmHg, pues cuando se superan estas cifras ya hablamos de hipertensión.
Demasiada presión en las arterias pone su vida en peligro
Esta presión mecánica que se ejerce en exceso sobre las arterias conlleva riesgos importantes para la salud.
Pero estas complicaciones rara vez se dan de inmediato, sino que silenciosamente, sin darse apenas cuenta quien la sufre, se van dañando los diferentes órganos.
La medicina tradicional propone, por supuesto, multitud de “soluciones” en forma de medicamentos de venta en farmacia, como diuréticos (que estimulan la eliminación de agua y sal a través de los riñones), betabloqueadores (para relajar el tono arterial) y antagonistas de los canales del calcio (para provocar una vasodilatación y, en consecuencia, una bajada de la presión arterial), inhibidores y antagonistas de la angiotensina II, entre otros.
Pero ¡atención!: Estos medicamentos sólo se centran en los síntomas, manteniendo la tensión arterial dentro de unos límites de forma artificial a costa de alterar el metabolismo del organismo, convirtiendo la hipertensión en una enfermedad crónica. Además, conllevan efectos secundarios, que pueden incluir fatiga, insomnio, disfunción eréctil, cefaleas, náuseas, erupciones cutáneas, crisis de gota, calambres…
Mi consejo: salvo cuando una persona se encuentra en riesgo de accidente inminente debido a una tensión demasiado elevada (160 mmHg o más), en cuyo caso es necesario tomar medicamentos de urgencia para que baje, lo que hace falta es regular la circulación sanguínea y la presión arterial de manera natural, para limitar los riesgos de enfermedades cardiovasculares a la vez que se protege eficazmente el organismo.
Ingredientes naturales que trabajando en equipo regulan la circulación y la tensión arterial
Cada una de las principios activos a base de plantas tiene unas propiedades concretas demostradas que ayudan eficazmente a prevenir y mejorar la salud cardiovascular. Sin embargo, y como le dije antes, lo importante es la dosificación precisa de cada una de ellas y su asociación, para que todos trabajen al unísono para lograr una acción global y sinérgica. Entre todos ellos, destacan:
- La vid roja, reguladora de la circulación
- La Agencia Europea de Medicamentos (EMA) reconoce la eficacia de la vid roja en el tratamiento de las alteraciones de la circulación venosa (insuficiencia venosa y varices), el tratamiento de la fragilidad capilar (pequeños vasos que se forman en la piel) y el tratamiento de quemaduras e irritaciones asociadas a una crisis de hemorroides. También posee propiedades antioxidantes, antiinflamatorias y antiedematosas, además de una acción protectora en el hígado, acción antimicrobiana, antioxidante y diurética, validadas por investigaciones en los polifenoles de la uva: el resveratrol (con un potente efecto protector y estimulante en el sistema circulatorio) y las oligoproantocianidinas –OPC– (que disminuyen la permeabilidad de los capilares y aumentan su resistencia, lo que evita la congestión venosa).
- Pepitas de uva, favorecen la circulación
- Las pepitas de uva tienen una concentración especialmente alta de oligoproantocianidinas (OPC), que poseen propiedades antioxidantes veinte veces más eficaces que la vitamina C y 50 más que la vitamina E. Por lo tanto, tienen un efecto claro sobre los radicales libres, que destruyen la membrana celular, dañan el colágeno y son los responsables del reblandecimiento de las arterias (que a su vez aumenta el riesgo de hipertensión). También mejoran la elasticidad de los vasos sanguíneos, previenen que no se peguen entre sí los trombocitos de la sangre, lo que implicaría la formación de coágulos de sangre, y además reducen el colesterol que se ha depositado en la pared de los vasos sanguíneos. Poseen también extraordinarias virtudes antiinflamatorias y contra los edemas.
- Arándanos, refuerzan los capilares
- El arándano, rico en vitamina C, también aporta hierro, magnesio, potasio y fósforo. Posee una cantidad récord de flavonoides con propiedades fluidificantes y antioxidantes. Además de otros compuestos fenólicos, contiene una gran concentración de antocianos, de gran efecto antioxidante. Multitud de estudios clínicos y epidemiológicos han publicado la relación que existe entre el consumo de arándanos y una reducción del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y degenerativas. Por otro lado, los compuestos fenólicos de los arándanos podrían contribuir a reducir la oxidación del colesterol en la sangre, los efectos del estrés oxidativo y la inflamación del sistema vascular. Además, fortalece los capilares y los protege de la oxidación y mejora el tono vascular de los vasos. Y no sólo eso: se sabe que las pepitas de arándano son ricas en ácidos grasos esenciales de la familia de los omega 3 (ácido alfa-linolénico y ácido esteridónico, por ejemplo) y de los omega 6 (ácido gamma-linolénico, por ejemplo), que tienen propiedades antihipertensivas (reducción de la presión sanguínea o de la tensión) y antiinflamatorias.
- Reina de los prados para mejorar la fluidez de la sangre
- Conocida desde hace siglos, la reina de los prados contiene, entre otros, derivados salicilados precursores del ácido acetilsalicílico. Del mismo modo que la aspirina (ácido acetilsalicílico sintentizado), posee propiedades antiinflamatorias y analgésicas, pero con una gran ventaja: su increíble tolerancia. Al contrario que la aspirina, que causa ulceraciones y sangrados estomacales, la reina de los prados combate la acidez de estómago. También contiene flavonoides, taninos y algunos oligoelementos, como el hierro, el azufre o el calcio. Además de otras conocidas propiedades, actúa como fluidificante de la sangre y también se recomienda contra la celulitis, la arterioesclerosis y todas las enfermedades relacionadas con una sobrecarga de residuos en el organismo.
- Olivo, un hipotensor natural
- La fama de la dieta mediterránea nació por la aparición de multitud de estudios que demostraron que la tasa de mortalidad por enfermedades cardiovasculares es más baja en los países que consumen aceite de oliva. Por otro lado, la hoja del olivo es un eficaz tratamiento preventivo y curativo de la hipertensión arterial. Mejora la circulación al flexibilizar y dilatar las arterias, favorece también la diuresis, reduce los edemas y disminuye el nivel de urea en sangre. Esto es gracias a que contiene oleuropeína (un importante inhibidor de la oxidación), oleuropeosida (con propiedades hipotensivas, diuréticas, hipoglucemiantes y espasmolíticas, junto con una acción vasodilatadora y antiarrítmica) y flavonoides (antioxidantes que ayudan a neutralizar los radicales libres y desempeñan un papel importante en la protección de la pared arterial). Además, debido a sus propiedades, permiten reducir el colesterol “malo” (LDL) y aumentar el “bueno” (HDL).
- Grosella negra (casis), antioxidante y drenante
- Las bayas de la grosella negra (como la uva negra) deben su coloración intensa a unas moléculas complejas, las antocianinas, con propiedades cercanas a las de la vitamina P, que se comportan como cazadores de los radicales libres. Además, contienen el triple de vitamina C que la naranja y son ricos en provitamina A y vitamina E. Recientes estudios han mostrado que el poder antioxidante del arándano procede de una sinergia entre sus diversos compuestos (antocianinas, quercitina y vitaminas A, C y E.
También contiene gayuba, galega y pomelo (conocidos por sus propiedades hipoglucemiantes), así como ruibarbo (que reduce el colesterol, la presión arterial y el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares) y mirtilo (que mejora la circulación general, contribuye a bajar el colesterol y tiene un potente afecto vasodilatador sobre los capilares y vasos menores, haciendo que no se agreguen demasiadas plaquetas, grasas o colesterol en las venas, lo que permite una mayor longevidad del sistema circulatorio en general).
Quién puede tomarlo
En adultos, la única contraindicación es para las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia. En cualquier otro caso, este producto es absolutamente recomendable, tanto para prevenir problemas circulatorios -especialmente la hipertensión- como para tratarlos.
Si usted ya está tomando medicamentos para la hipertensión, debe saber que es perfectamente compatible con ellos. Y, pasado un tiempo de uso, hable con su médico… quizá ya no tenga que tomar medicamentos nunca más porque se haya corregido su hipertensión de forma completamente natural.
Por supuesto, no debe perder de vista seguir las más elementales pautas frente a la hipertensión (limitar el consumo de sal, no abusar del alcohol, etc).
Pero créame que si tiene la tensión alta o quiere prevenir problemas cardiovasculares, esta combinación de plantas y aminoácidos será su mejor aliado.
DESDE LA HERBOSURA, BUENOS DÍAS A TODOS