EL PODER TERAPÉUTICO DEL AJO NEGRO
Es decir “ajo” y enseguida viene a la mente un buen sofrito, el aderezo indispensable para carnes o pescados, los guisos de la abuela y esas salsas para chuparse los dedos. Da igual en diente, picado o laminado. Ya sea en la cocina tradicional o en las últimas tendencias gastronómicas.
Es innegable que estamos ante uno de los ingredientes estrella de la dieta mediterránea, por su capacidad para dar a todos los platos ese sabor tan nuestro.
Pero más allá de sus cualidades culinarias, el ajo también es famoso por atesorar algunas de las mejores propiedades que se pueden encontrar en un producto natural contra la enfermedad.
Su presencia en la dieta habitual es especialmente beneficiosa para la salud en general y la salud cardiovascular en particular. Siempre se ha dicho que el ajo es bueno para la circulación sanguínea, y esto ha sido acreditado por numerosas investigaciones científicas durante los últimos años.
Según estos estudios, el efecto del consumo de ajo en la prevención y tratamiento de las enfermedades cardiovasculares es significativo en la disminución de la presión sanguínea, el colesterol y los triglicéridos en sangre y en la prevención de la arterioesclerosis y la agregación plaquetaria. (1) (2)
Pero sus propiedades terapéuticas van mucho más allá.